La doma vaquera es originaria de España, donde se desarrollo para controlar los rebaños de ganado bravo en los campos de pasto y posteriormente se usó para la lidia. Hace dos mil años, las tropas a caballo controlaban a la perfección los fundamentos de la doma vaquera como los sprints, los saltos sin impulso previo, los giros a gran velocidad y las paradas bruscas. Los conquistadores la llevaron al continente americano, donde la aprendieron los famosos cawboys y introdujeron algunos cambios para adaptarla a sus necesidades. La doma vaquera utiliza exclusivamente caballos hispanoandaluces, que se cruzan con pura sangres. La silla es muy cómoda, adaptada para pasar largas jornadas sobre ella sin dificultad, tiene unos estribos bastante anchos, que protegen de posibles heridas. A la hora de montar, se cabalga con una sola mano, pues con la otra el vaquero tiene que llevar la garrocha, que es la larga vara con la que conduce al ganado. Sin embargo, este instrumento también se utiliza para realizar figuras artísticas y piruetas con el caballo. Para poder conducir al ganado bravo, es preciso que entre el caballo y el jinete exista una perfecta armonía, que permita la compenetración suficiente para que el caballo responda lo más rápido posible a cualquier orden del jinete. Se recurre sobre todo a los cambios de peso para dirigir al caballo en los movimientos rápidos necesarios para evitar el peligro que conlleva la proximidad del toro.
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